viernes, 1 de mayo de 2009

Un día soleado de Mayo.

Es bonito ver el sol de nuevo. Durante unos cuantos días ha llovido, llovido sin parar. No me gusta la lluvia ni los días nublados. Me parecen días tristes, apagados, deprimentes. A mi lo que me gusta son los días soleados, con luz y que irradian alegría y frescura. Es agradable sentir los rayos de sol por la mañana entrando por los huecos que crea la persiana. Sí, es muy agradable.
No sé, quizás me gusten tanto los días soleados debido al brillante, caluroso y espectacular sol que tanto me recuerda a su sonrisa. Quizás sea eso. O puede que también sea porque el día que coincidimos por primera vez, el sol brillaba en todo su esplendor. Igual que el día en que dijo esas palabras mágicas que me hicieron estremecer, esas palabras que pensaba que nunca llegarían. Me invaden muchos recuerdos cuando pienso en el sol, en el cielo azul, sin ningún trozo de algodón de azúcar surcándolo. Se apodera de mi una sensación muy agradable recordando y una gran ilusión cuando pienso que aún me quedan millones de días soleados por vivir, y lo más importante; a su lado. Aunque claro, no me importaría soportar un vendaval si es entre sus brazos.

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